Matracas
Origen e historia
Matraca etimológicamente procede del árabe hispánico «matráqa» y a su vez del árabe clásico «mitraqah» que quiere decir martillo.
Es un instrumento musical idiófono de sonido propio (Idios viene del griego que significa propio) y de golpe indirecto, cuyo mecanismo de uso consta de una rueda giratoria dentada que al ser accionada roza con la parte móvil de una lengüeta produciendo sonido.
La matraca llegó a España con el arribo de los árabes quienes las traían desde Asia. Comenzó a ser usada a principios del siglo XIV para los ritos religiosos de semana santa. De esta manera, las matracas reemplazaron los palos sagrados con los que se llamaba al pueblo para que acudieran a misa.
En relación a su llegada a América Latina “Podría considerarse como antecedente históricos de esta matraca, algunos instrumentos traídos por los conquistadores, así como los que acompañaban a los esclavos de entonces” (Cavour, 1994: 383).
Este instrumento es usado principalmente por cofradías de bailes morenos y morenadas de Bolivia, Perú y Chile en distintas festividades. Daponte (2015) postula que el sonido matraca evoca las cadenas que llevaban puestas a los pies los esclavos africanos durante su marcha.
Bibliografía
Corriente, F. y Fernando, I. (2005) Diccionario Avanzado Árabe Tomo 1 Ediciones Herder. Barcelona, España.
Cavour, E. (1994) Instrumentos musicales de Bolivia. La Paz, Bolivia
Daponte, J. (2015) El sonido de la esclavitud: discursividades de los bailes morenos en el Norte Grande de Chile. En Saberes para Chile. Memorias de la II Jornada Académica de Investigadores Chilenos en Europa. Asociación de Profesionales, Estudiantes e Investigadores Chilenos en España-APIECHE. Punto rojo libros.
Biblioteca Nacional de Chile. (1948 – 1971) La Matraca. En Enciclopedia Chilena
Bailes morenos en la fiesta de La Tirana
Los bailes morenos son uno de los tipos de bailes religiosos más antiguo y numeroso que peregrinan a la fiesta de La Tirana y a otros santuarios del norte, como Andacollo, Ayquina, Tarapacá y Las Peñas. Aparecen en la época colonial, y su tradición es tan o más antigua que la de los Chinos (Van Kessel, 1970 en Basaure, 2018). Daponte (2015:117) propone que los Bailes Morenos representan la travesía de los esclavos que, llegados a las costas de la región, venían encaminados hacia las minas del desierto y el altiplano.
En la fiesta de La Tirana hay dos tipos de bailes morenos: de salto y de paso. Los primeros son más numerosos en La Tirana mientras que los segundos lo son en la fiesta de Las Peñas.
Los de salto, como su nombre lo indica, danzan a saltos. Usan coscacho, turbante o sombrero en la cabeza. En la parte superior utilizan blusa o camisa y algunos pueden llevar chaquetas sin mangas o capas. En la parte inferior se visten de pantalones rectos o bombachos y en algunos casos, las mujeres usan faldas. En los pies utilizan zapatillas o zapatos. Adquieren popularidad en las oficinas salitreras desde la década del 30´. Desde esa fecha en adelante, asombra el número constante de creación y la variedad de Morenos, como por ejemplo: Rusos, Alí Baba, Sultanes, Kalimanes e Indúes. Mientras, los de paso se caracterizan por danzar a un ritmo más pausado y usar traje de terno. Si bien la mayoría de estos usan matracas, todavía hay bailes que usan pañuelo para ciertas mudanzas, lo que antiguamente era recurrente y por lo que se explica que muchos bailes tengan como parte de su traje un pañuelo.
Actualmente son 42 los bailes morenos que usan matracas en la fiesta de La Tirana, uno es moreno de paso y los otros son de salto. Se organizan a través de once asociaciones, de las cuales todas incorporan al menos un baile moreno, provenientes de las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Coquimbo y Metropolitana. Y todas conforman la Federación de Bailes Religiosos de La Tirana.
Cada baile tiene entre 10 y 40 danzantes aproximadamente, que en su mayoría son acompañados por bandas de percusión. Se reconocen como bailes familiares, humildes, pequeños en comparación a la cantidad de danzantes de otros bailes.
Bibliografía
Basaure, F. (2018) La Tirana y sus bailes morenos: lo afro, lo pampino y lo chileno. Revista de Ciencias Sociales. Págs. 54– 80
Uso e importancia
La matraca es parte de la tradición de los bailes morenos, los representa e identifica en general y a cada uno en particular, es sagrada y se bendice antes de usar por primera vez al igual que el traje, la insignia y el estandarte.
Es esencial, se puede prescindir del traje pero no de ella, los bailarines y bailarinas deben portarla y cuidarla en todas las actividades en la que representen al baile. Uno de los momentos en que se observa su importancia es cuando el caporal o caporala le entrega una matraca a un nuevo promesante como símbolo de su incorporación al baile.
La matraca les permite danzar, mantener el equilibrio al momento de saltar, llevar el ritmo y no perderse entre la música de los otros bailes. Es para los morenos, lo que la lanza es para los pieles rojas, el pandero para los gitanos y la chonta para los chunchos.
El caporal, como guía de la danza, es el primero en hacer sonar su matraca al inicio de la fiesta, y usa el giro completo para dar indicaciones referidas al cambio de mudanzas y llamar a los bailarines y bailarinas, por esto su matraca debe tener mayor resistencia y buen sonido. Algunos bailes generan una distinción entre la matraca de los caporales y los bailarines. La diferencia puede ser en la forma, color o ambos.
Por otro lado, el giro completo también es usado por los morenos para saludar a la Virgen en los distintos momentos de la festividad: cuando la imagen sale del templo, la víspera del alba, en la procesión y en la aclamación del evangelio de la misa. En la vida cotidiana al interior del baile, sirve para manifestar emociones, en vez de aplaudir se hacen sonar las matracas cuando un bailarín se promesa, está de cumpleaños, es el aniversario del baile o un funeral. Se hace sonar para decir “nosotros estamos acá, estamos presentes” (Mauricio Domínguez, 2021).
Las matracas pertenecen al baile o a cada bailarín. Al ser del baile, estas se resguardan en un baúl en la sede o son custodiadas por el caporal. Si son de cada bailarín, cada uno la guarda en su hogar. Independientemente de esto, se genera un vínculo del bailarín con su matraca.
Por lo general, los bailarines y bailarinas escriben con plumón, alfiler o tipex las iniciales de su nombre o alguna otra marca propia, lo más pequeña posible para que sea imperceptible para los demás, pero que les permita reconocerla. Además otra forma de identificarlas es por su sonido.
Por otra parte, cada baile posee una imagen de la Virgen del Carmen y el niño Dios, al que visten de moreno portando una matraca en miniatura. La réplica puede ser de madera o un material ligero y la mayoría no suena.