Desde sus inicios las matracas del baile simulan una daga y han mantenido el color rojo para la parte de la empuñadura y blanco para la hoja y la punta.
A lo largo del tiempo han tenido múltiples manufacturas, principalmente las han construido integrantes del baile, por lo que no hay un constructor oficial.
Domingo Ortiz (1930-1998), promotor de la reactivación del baile en 1974, aprendió a fabricar matracas de manera autodidacta, hizo muchas. Comenzó haciéndolas de cholguán y el mango de palo de escoba, pero se quebraban fácilmente.
El material fue mejorando con el tiempo, se cambió el cholguán por terciado. Y se utilizó coihue, raulí y luma para la matraca del caporal.
A mediados de la década del 90’ Raúl Cardenas fabricó y donó 20 matracas para pagar la manda de uno de sus hijos que había entrado al baile pero no alcanzó a cumplir su promesa. Tuvieron muy poca duración.
También se mandaron hacer a la cárcel de Alto Hospicio, pero el piñón y mango se quebraron al poco tiempo.
Las matracas que no han tenido buena manufactura han sido reparadas o refaccionadas por bailarines y socios.
En 2011 el bailarín Guillermo Ortiz y el músico y socio Alejandro Ortiz confeccionaron 20 matracas en una semana, con el objetivo de que los ex bailarines que no contaban con una matraca pudieran bailar en la celebración de los 50 años del baile. En esa oportunidad Alejandro innovó en la forma de la hoja de la daga, de ser recta pasó a ser curva.
En los últimos años Francisco Muñoz, bailarín, comenzó a fabricar matracas con piñones de resina. Estas solo las usan los caporales por tener un mejor sonido.
En el año 2018 Abel Ortiz, socio, donó 30 matracas. Las construyó Gumercindo Ortiz Gutiérrez de Arica. Al diseño le incorporó perforaciones que replican la forma de la daga. Son las que usan los bailarines actualmente.
Información recopilada en entrevista realizada a Jonathan Rojas, Caporal; Janeth Ortiz, Presidenta Guillermo Ortiz, Bailarín y Paz Ortiz, Socia.